1977, en el taller, Lacroix trabajando en un arcilla © Chris Card Fuller
Breve biografía
Georges Armand Lacroix, escultor francés, 1907-1982, nació en París. La mayor parte del tiempo le llamaban Armand Lacroix. Adolescente, con dotes para el dibujo, ingresa en la Escuela Superior de Artes Aplicadas, luego en la Escuela Nacional Superior des las Artes Decorativas donde manifiesta su gusto por la escultura. Más tarde, integra la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París, es alumno de Jean Antoine Injalbert y de Henri Bouchard.
Consigue numerosos premios y becas de viaje y estudios como el Premio de la ciudad de París en 1932, beca de viaje del estado en 1935, Premio de la Casa Velázquez en 1936, Premio de Madagascar en 1956, Medalla de plata de la ciudad de París en 1973
Entre los temas tratados por Georges Lacroix, la mujer desempeña un papel importante, principalmente los desnudos. Trabaja siempre a partir de un modelo vivo. Modelador sensible, intenta expresar la singularidad de los cuerpos en su belleza así como la personalidad de los modelos. Realiza él mismo sus moldeados cuando se trata de pequeñas piezas, talla la piedra principalmente para los encargos y realiza la mayor parte del tiempo él mismo las pátinas de sus bronces.
Figura discreta de la estatuaria figurativa del siglo XX, sus obras fueron expuestas en París durante el Salón de Otoño, en el Pequeño Palacio, en el Museo Galliera, en el salón de los artistas franceses, en el salón Comparación, en el museo Rodin, en las galerías del Palacio real.
Realiza importantes encargos, la última compra de estado es « Brisa marina » en 1977, que se puede admirar en París en los jardines del Círculo Interallié.
Paralelamente a su actividad de escultor, desde 1949, desempeña un puesto de profesor de artes aplicadas hasta la edad de su jubilación. Ejerce este oficio con placer pues le gusta el contacto con los alumnos y transmitir su saber
A partir de 1970, se dedica a la lucha por salvaguardar la Cité Fleurie, un núcleo de 29 talleres de artistas en París amenazada de destrución. Desde que se creó la asociación, ha sido su presidente y lo permanecerá hasta su muerte en 1982. Durante la lucha por su salvaguardia, abre su taller a miles de visitantes, siempre con pasión y buen humor, defendiendo la causa de la Cité Fleurie y la de sus artistas.
A lo largo de este turbio período, sigue pintando y esculpiendo y realiza, en esa época, bustos para particulares.